Carolina
12 mayo, 2021

Testimonio de Carolina

Mamá

Traer un niño al mundo es una experiencia demasiado maravillosa como para vivirlo sola, y creo que el universo se encarga de que eso no suceda, porque siempre  encontramos una mano amiga, un regazo en el que descansar, una atención desinteresada, encontramos personas que nos demuestran que tampoco estamos tan solas como parece, la ilusión por la nueva vida nos hace vivir con expectativa cada día, imaginamos como será la carita, las manitos, los pies… en nuestras  oraciones pedimos a Dios que ya que nos bendice con un hijo que esa bendición sea correspondida. 

Hace años pude haber disfrutado de toda esta experiencia maravillosa, pero por cosas del destino asumí que no podía o no era el momento, tras un aborto clandestino ni el perdón en la confesión de un párroco me daba la paz, ni un instante de mi vida a sabiendas que negué la vida, pasaron años y  se me dio la oportunidad de traer una vez más un hijo al mundo,… no me lo pensé ni un minuto y dije que si, aunque esta vez en el camino me encontré muchas más  complicaciones, sola en un país extranjero, lejos de la familia, el novio que me abandonó, el trabajo que perdí, el casero del piso que me echó, la trabajadora social que me ofreció la opción de abortar, sin embargo yo sabía  que nada me iba a detener en tener a mi chiquitín, pasé días tocando puertas, las parroquias, Caritas, Cruz Roja, Salamanca Acoge, Red Madre, y en todas estas instituciones me sugirieron el Centro Materno Infantil Ave María, aún algunas personas que por desconocimiento de la obra del centro me desanimaban, pero como dije anteriormente el universo o Dios mismo condujo mis pasos hasta el Centro, y llegué con cinco meses de  embarazo, aún así no era consciente que ser madre era ¡más que decir soy mamá!

Desde el  nacimiento de mi hijo han pasado muchas cosas de las que no puedo dejar de ser agradecida, el primer llanto que calmó a mi asustado corazón de saber que mi hijo estaba vivo, la mano de la educadora  del Centro que ni un solo instante me dejó sola durante el parto, las visitas  de las amistades y la celebración de la nueva vida en mis brazos, dejé de ser  el centro de atención, porque ahora mi centro de atención gira en torno a mi hijo, con lo bien que se portó durante el bautizo, los padrinos encantados con el peque, los tíos y primos a los que hoy conoce, el padre que al día de hoy da  la vida por su hijo, unos jefes comprensivos con mi horario laboral para  compaginar la vida familiar, dicen que todo niño nace con el pan bajo el brazo, pues el mío nació con algo más, el camino es largo, aún queda mucho por recorrer, pues recién tenemos 19 meses desde el nacimiento, ahora que tengo una gran responsabilidad sólo pido a Dios me de fortaleza para seguir viviendo y disfrutando de la vida de mi hijo, y si hay  muchas jóvenes como yo que lo tienen difícil les animo a que sigan llamando puertas, alguna se abrirá, y ya verán que la recompensa a los sufrimientos de una larga espera será una sonrisa sincera de mirada tierna, la recompensa será un «te amo mamá».

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